La ciberseguridad es un tema que nos incumbe a todos, porque en un mundo interconectado nadie está a salvo de un ciberataque. En el contexto actual de crecientes amenazas, las empresas deben proteger tanto su información como la de sus clientes, y la concienciación de los empleados es una de las piezas clave para conseguirlo. Ante este reto la gamificación es hoy una de las mejores herramientas para lograr esa concienciación.
De todos es sabido que el error humano es una de las principales causas de los incidentes de seguridad cibernética, y con el auge del teletrabajo y la tendencia hacia la implantación de un modelo de híbrido, las empresas, junto con la revisión y endurecimiento de sus sistemas de protección, tienen que poner foco en concienciar a sus plantillas en la importancia de la ciberseguridad. Algo crucial para ser capaces de detectar y prevenir posibles amenazas.
Que los empleados estén sensibilizados y conozcan qué papel juegan en la ciberseguridad de la empresa, cómo de importantes son sus acciones y que desarrollen una serie de comportamientos y hábitos es fundamental para reducir el riesgo de una brecha de seguridad que pueda desembocar en un ciberataque.
Pero ¿cómo conseguir que los empleados se comprometan con la ciberseguridad de la compañía de una manera diferente y amena? La gamificación, o la utilización de pensamientos y mecánicas de juego, puede ser la llave para que de una forma sencilla, dinámica y entretenida asimilen más fácilmente esos comportamientos y hábitos básicos.

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Aprender sobre ciberseguridad a través el juego
Utilizar la gamificación permite un mejor aprendizaje de materias como la ciberseguridad que se perciben como complejas o aburridas. Alejándose de formatos estándares como cursos, conferencias o manuales, es una forma diferente, divertida, más rápida y efectiva para que los usuarios interioricen los conceptos y comportamientos. Qué ventajas aporta el aprendizaje a través del juego:
Historias que “enganchan”
Las historias interactivas que utilizan dinámicas de juego sumergen a los usuarios en emocionantes mundos de ficción. Ellos mismos forman parte de la historia y pueden interactuar con una serie de personajes con los que generan una cierta empatía.
El entretenimiento gana por goleada al aburrimiento con esta opción. Las historias son poderosas y los contenidos así calan más profundamente, se generan recuerdos muy potentes y eso hace que el aprendizaje sea mucho más efectivo y el compromiso, individual y colectivo, con la ciberseguridad se incremente.
Experimentación, práctica y competición
Experimentar y superar las dinámicas y mecánicas que se emplean en la gamificación es la recompensa final. De esta manera, los participantes se motivan para ir superando los desafíos y retos presentados al mismo tiempo que van adquiriendo los conocimientos y comportamientos deseados.
El juego despierta el lado competitivo, queremos ganar y nos esforzamos para conseguirlo.
Además, en el caso de la ciberseguridad, enfrentarse a situaciones que simulan el día a día (posibles ataques de phishing, smishing, llamadas de teléfono sospechosas…) para detectar y detener ciberataques, hace que la gamificación sea una de las mejores herramientas para esa concienciación. Ese aprendizaje “real” a través del juego hace que los equipos estén más preparados en la materia.
Mediante la práctica (learning by doing) que posibilitan las mecánicas de juego se aprende a reconocer las amenazas (más allá de saber sus definiciones o nombres técnicos), se toman decisiones y vemos claramente nuestros errores y aciertos.
Colaboración y participación
El empleo de esta técnica favorece la relación, la colaboración y la participación entre los miembros del equipo. Si la propuesta formativa y de concienciación es realmente emocionante y divertida, se generarán conversaciones espontáneas y distendidas en torno a ella y se lo recomendarán unos a otros.
¿A qué esperas para empezar a concienciar a tus empleados a través del juego?
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